miércoles, 16 de abril de 2014

T.S. Eliot - Burnt Norton.


I

El tiempo presente y el tiempo pasado
Acaso estén presentes en el tiempo futuro
Y tal vez al futuro lo contenga el pasado.
Si todo tiempo es un presente eterno
Todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es una abstracción
Que sigue siendo perpetua posibilidad
Sólo en un mundo de especulaciones.
Lo que pudo haber sido y lo que ha sido
Tienden a un solo fin, presente siempre.
Eco de pisadas en la memoria,
Van por el corredor que no seguimos
Hacia la puerta que no llegamos nunca a abrir
Y da al jardín de rosas. Así en tu mente
Resuenan mis palabras.
Pero no sé
Con cuál objeto perturbamos el polvo
Que vela el cuenco en donde están los pétalos
De rosa.
Y otros ecos
Habitan el jardín. ¿Vamos tras ellos?
De prisa, dijo el pájaro: encuéntralos, encuéntralos,
Al dar vuelta a la esquina, tras la primera puerta,
En nuestro primer mundo. ¿Vamos en pos
Del engaño del tordo? En nuestro primer mundo.
Allí estaban, solemnes, invisibles;
Se movían sin premura sobre las hojas muertas,
Bajo el calor de otoño, en el aire vibrante.
Y el pájaro silbó en contestación
A la inaudible música oculta entre las plantas
Y el destello de una mirada no vista cruzó el espacio.
Porque las rosas tenían aspecto de flores contempladas.
Eran como nuestros huéspedes, aceptados y aceptantes.
Así pues, avanzamos, y ellos, en procesión formal,
Caminaron también por el desierto sendero
Hasta llegar a la rotonda con el seto de arbustos.
Y miraron entonces el estanque drenado.
Seco el estanque, seco el concreto, pardos los bordes.
Y se llenó el estanque de agua solar,
En silencio, en silencio se alzaron lotos,
La superficie brilló desde el corazón de la luz
Y ellos quedaron tras nosotros reflejándose en el
estanque.
Luego pasó una nube y se vació el estanque.
Váyanse, dijo el pájaro, porque las frondas estaban
llenas de niños
Que alegremente se ocultaban y contenían la risa.
Váyanse, váyanse, dijo el pájaro: el género humano
No puede soportar tanta realidad.
El tiempo pasado y el tiempo futuro,
Lo que pudo haber sido y lo que ha sido
Tienden a un solo fin, presente siempre.

II

Ajo y zafiros en la greda
Traban el eje de la rueda.
Canta la sangre en su alambrada
Bajo la cicatriz inveterada,
Calma la guerra que ya está olvidada.
Así la danza de la arteria
Y la circulación de la materia
Vagan en la deriva de la estrella.
Sube el verano hasta dejar su huella
En ese árbol que la luz aloja
En la móvil silueta de la hoja.
Y se escucha en la tierra humedecida
Al jabalí y al perro, proseguida
También su eterna lucha; mas sus rastros
Se concilian arriba entre los astros.
En el punto inmóvil del mundo que gira.
Ni carne ni ausencia de carne; ni desde ni hacia;
En el punto inmóvil: allí está la danza,
Y no la detención ni el movimiento. 
Y no llamen fijeza
Al sitio donde se unen pasado y futuro.
Ni ida ni vuelta, ni ascenso ni descenso.
De no ser por el punto, el punto inmóvil,
No habría danza, y sólo existe danza.
Sólo puedo decir: allí estuvimos,
No puedo decir dónde; tampoco cuánto tiempo,
Porque sería situarlo en el tiempo.

Librarse interiormente del deseo material,
Descargarse de la acción y el sufrimiento,
De la compulsión externa e interna, rodeada sin embargo
Por una gracia de sentido,
Una luz blanca inmóvil que se mueve,
Erhebung[1] sin movimiento, concentración sin
eliminación,
Un nuevo mundo y el viejo que se hacen explícitos, se
aclaran
En la consumación de su éxtasis parcial, 
La resolución de su parcial horror.
Pero el encadenamiento de pasado y futuro,
Tejidos en la debilidad del cuerpo cambiante,
Ampara al género humano del cielo y la condenación
Que la carne no puede soportar.
El tiempo pasado y el tiempo futuro
Sólo permiten mínima conciencia.
Ser consciente significa no estar en el tiempo,
Pero sólo en el tiempo puede el momento en el jardín
de rosas,
El momento en la pérgola bajo el azote de la lluvia,
El momento en que desciende el humo sobre la iglesia
atravesada por corrientes de aire,
Ser recordados, envueltos en el pasado y el futuro.
Sólo con tiempo se conquista el tiempo.  

III

Este es el sitio de los desafectos.
Tiempo antes y tiempo después
Bajo una luz dudosa: ni luz de día
Que inviste las formas con lúcida quietud
Y convierte la sombra en belleza fugaz
Con lenta rotación que sugiere permanencia,
Ni tinieblas para purificar el alma,
Tinieblas que vacían lo sensual mediante la privación
Y limpian del afecto por cosas temporales.
Ni plenitud ni vacío. Sólo un destello
Sobre las tensas caras hendidas por el tiempo,
Perturbadas en su perturbación por la perturbación,
Llenas de caprichos y vacías de sentido.
Tumefacta apatía sin concentración.
Hombres y trozos de papel giran llevados
por el viento frío
Que sopla antes y después del tiempo.
Viento que entra y sale de pulmones enfermos,
Tiempo antes y tiempo después. 
Eructo de almas insalubres 
En el aire marchito, aletargadas
Por el viento que azota las lúgubres colinas
londinenses: 
Hampstead y Clerkenwell, Campden y Putney,
Highgate, Primrose y Ludgate. No aquí,
No aquí en tinieblas, en este mundo de vana
agitación.

Descenso más abajo, descenso únicamente
Al mundo de perpetua soledad,
Mundo sin mundo que no es mundo,
Tinieblas interiores, privación
Y despojo de toda propiedad.
Desecación del mundo del sentido,
Evacuación del mundo del capricho,
Incompetencia del mundo del espíritu:
Este es el único camino, y el otro
Es el mismo, no en movimiento
Sino en abstención del movimiento;
Mientras el mundo se mueve,
En apetencia, por los metálicos caminos
Del tiempo pasado y el tiempo futuro.

IV

Han sepultado al día el tiempo y la campana.
Oscura, ahuyenta el sol una nube lejana.
¿Se volverá hacia nosotros el girasol? Errante
¿Se doblará la clemátide?
¿Se aferrarán el ramo y el zarcillo colgante?
Y  del ciprés los dedos enroscados
¿Acaso de nosotros han de pender helados?
Después que el ala
Del martín pescador ha respondido
Con la luz a la luz y el silencio ha venido
La luz no se estremece ni respira
En el inmóvil punto de este mundo que gira.

V

Las palabras se mueven, la música se mueve
Nada más en el tiempo; pero lo que sólo está vivo
Sólo puede morir. Termina el habla
Y  vuelven al silencio las palabras.
Sólo mediante forma y estructura
Pueden llegar a la quietud la música o las palabras
Como un inmóvil jarrón chino
Se mueve perpetuamente en su quietud.
No la inmovilidad del violín mientras la nota dura,
No sólo eso sino la coexistencia,
O digamos que el fin precede al comienzo
Y que el fin y el comienzo estuvieron presentes
Antes del comienzo y después del fin.
Y todo es siempre ahora. Las palabras se esfuerzan,
Se resquebrajan, a veces se rompen bajo la carga
y la tensión,
Resbalan, se deslizan, perecen,
La imprecisión las deteriora, pierden su sitio,
pierden su fijeza. Voces agudas
Que regañan, se burlan o sólo parlotean
Las asaltan continuamente. La Palabra en el desierto
Es atacada sobre todo por voces de tentación,
La sombra que solloza en la danza fúnebre,
El sonoro lamento de la quimera desolada.

El detalle del diseño es movimiento,
Como en la imagen de los diez peldaños.
El deseo también es movimiento,
En sí mismo indeseable;
El amor es inconmovible,
Sólo es causa y es fin del movimiento,
Sin tiempo y sin deseo,
Excepto bajo el aspecto del tiempo,
Captado en forma de limitación
Entre no ser y ser.
De pronto en un rayo de luz solar,
Exactamente mientras el polvo se mueve,
Se levanta la risa oculta
De los niños entre el follaje.
De prisa, aquí, ahora, siempre
Ridículo el estéril tiempo triste
Que se extiende antes y después.



[1] Erhtbung: elevación, éxtasis.

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