jueves, 26 de diciembre de 2013

René Char - Antonin Artaud.


No tengo voz para elogiarte, hermano mío.
Si me inclinara sobre tu cuerpo que la claridad va a dispersar,
Tu risa me rechazaría.
El corazón entre nosotros, durante lo que se llama impropiamente una hermosa tormenta,
Da en tierra varias veces,
Mata, cava e incendia,
Luego renace más tarde en la dulzura del hongo.
No necesitas un muro de palabras para exaltar tu verdad,
Ni las volutas del mar para ungir tu profundidad,
Ni de esta mano febriciente que nos rodea la muñeca,
Y suavemente nos conduce a derribar un bosque
En donde el hacha son nuestras entrañas.
Está bien. Vuelve al volcán,
Y nosotros,
Que lloremos, asumamos tu relevo o preguntemos:
"¿Quién es Artaud?' a esa espiga de dinamita de la que ningún grano
se separa,
Para nosotros, nada habrá cambiado,
Nada, sino esta quimera viviente del infierno que se despide
de nuestra angustia.

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