Yo vi caminar
por las calles de Lima a hombres y mujeres
carcomidos
por la neurosis,
hombres y
mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
confundidos
y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a
estas pobres gentes con el ruido de los claxons
sapos
girasoles sarna asma avisos de neón
noticias
de muerte por millares una visión en la Colmena
y cuántos, al
momento, imaginaron el suicidio como una ventana
a
los senos de la vida
y sin embargo
continúan aferrándose entre
marejadas
de Válium
y floreciendo
en los maceteros de la desesperación.
Esto lo
escribo para ti animal de mirada estrechísima.
Son
años-tiempo de la generación psicótica,
hemos conocido
todas las visiones de Kafka y Gregory Samsa
pasea
con Omar recitando silbando fumando mariguana
junto al
estanque en el parque de la Exposición – carne
alienada
por la máquina y el poder de unos soles
que no
alcanzan para leer Alcools de Apollinaire[1].
Recién ahora
comprendo mañana reventare como esos gatos
aplastados
contra la yerba
y las cosas
que ahora digo porque las digo ahora
en
tiempos de Nixon – malísimos para la poesía
-corrupción de
los que fueron elegidos como padres – gerentes
controlando
el precio de los libros
de la carne y
toda una escala de valores que utilizo
para
limpiarme el culo.
Yo vi hombres
y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
y
la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a
muchos gritando por más fuego desde los auto-
buses[2]
y entre tanto
afuera
el mundo aún
continúa siendo lavado por las lluvias,
por
palabras como estás que son una fruta para la sed.
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