lunes, 8 de abril de 2013

Jacques Rigaut - Todos los espejos llevan mi nombre.


(Jacques Rigaut & miembros del grupo Dada)

Jacques Rigaut, cuyas pretensiones literarias se limitaban al deseo de fundar un periódico que se llamara La Gresca, se había incorporado hacia 1920 a la actividad del grupo Dada. Su máxima hazaña consiste en la “fundación” de la Agencia General del Suicidio, 73 boulevard, Montparnasse, París. Su objeto: seducir a quienes se han apartado del suicidio por el temor a “fallar”. El catálogo incluye desde el suicidio para pobres (5 francos), hasta la muerte perfumada (500 francos).

A la edad de treinta años, después de minuciosos arreglos personales, Rigaut se dispara un tiro en el corazón. He aquí el acto más absurdo, la fantasía en su máximo estallido, la desenvoltura llevada más lejos que el sueño y el compromiso más puro…

José Luis Gallero.


Todos los espejos llevan mi nombre.


Intenten, si pueden, detener a un hombre que viaja con su suicidio en el ojal.

***

Sólo me reconozco en el tedio. El tedio es la verdad, el estado puro. Estuve a punto de ser un gigoló. Estuve a punto de ser un libertino. Un amigo hablaba de mi genio; ha muerto.
La inmovilidad de los objetos me fascina. Contemplo el sillón hasta confundirme con él. Error, todo movimiento.

***

No hay motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir. La única manera con que se nos permite demostrar nuestro desdén por la vida es aceptarla. La vida no merece que nos tomemos el trabajo de abandonarla…
El suicidio es muy cómodo: no paro de pensarlo; es demasiado cómodo: yo no me he suicidado. Subsiste un pesar: no quisiera partir antes de haberme comprometido; quisiera, al partir, llevarme Notre-Dame, el amor o la República.

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