jueves, 3 de enero de 2013

Francisco Pezoa - Canto a la Pampa.



Francisco Pezoa, fue un militante libertario, obrero cigarrero y poeta popular. Participó en diversas organizaciones e iniciativas libertarias. Allá por 1904, junto a otros compañeros como Luis Olea y Alejandro Escobar y Carvallo, tomó parte en los intentos de extender la influencia del incipiente movimiento anarquista hacia las provincias del Norte salitrero. En esa zona, participó en el periódico La Agitación, editado por el grupo del mismo nombre. Más adelante, a comienzos de la década del 10, formó parte del grupo "Los Parias", de la Sociedad de Resistencia de Oficios Varios y del Centro de Estudios Sociales "Francisco Ferrer". Sufrió la persecución, en 1912 estuvo en la cárcel a raíz de la cacería estatal contra los anarquistas, luego de unos atentados con dinamita al Convento de los Padres Carmelitas Descalzos.

Canto a la Pampa.

I

Canto la Pampa, la tierra triste,
réproba tierra de maldición,
que de verdores jamás se viste
ni en lo más bello de la estación;
donde las aves nunca gorjean,
donde no crece la flor jamás,
donde riendo nunca serpea,
el arroyuelo libre y fugaz.

II

Año tras año por los salares
del desolado Tamarugal,
lentos cruzando van por millares
los tristes parias del capital;
sudor amargo su sien brotando,
llanto sus ojos, sangre sus pies,
los infelices van acopiando
montones de oro para el burgués.

III

Hasta que un día, como un lamento
de lo más hondo del corazón,
por las callejas del campamento
vibró un acento de rebelión;
eran los ayes de muchos pechos,
de muchas iras era el clamor,
la clarinada de los derechos
del pobre pueblo trabajador.

IV

"Vamos al Puerto, dijeron, vamos,
con su resuelto, noble ademán,
para pedirles a nuestros amos
otro pedazo, no más de pan"
Y en la misérrima caravana
al par del hombre marchar se ven,
la amante esposa, la madre anciana,
y el inocente niño también.

V

¡Benditas víctimas que bajaron
desde la pampa, llenos de fe,
y a su llegada lo que escucharon,
voz de metralla tan sólo fue!
¡Baldón eterno para las fieras
masacradoras sin compasión!
¡Queden manchados con sangre obrera
como un estigma de maldición!

VI

Pido venganza para el valiente
que la metralla pulverizó;
pido venganza para el doliente
huérfano triste que allí quedó;
pido venganza por la que vino
tras del amado su pecho a abrir:
pido venganza para el Pampino
que como bueno supo morir.

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